Novena a los

Santos

Luis y Celia

Oración inicial

Dios de eterno amor, nos has dado en los esposos Luis y Zelia de Martín un hermoso ejemplo de santidad vivida en el matrimonio. Los dos conservaron su fe y su esperanza en medio de los trabajos y dificultades de la vida, y educaron a sus hijos para que llegaran a ser santos. Te pedimos nos concedas vivir la vocación matrimonial como ellos y poder llevar al Cielo a todas nuestras familias. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

DÍA PRIMERO
La persona de Luis Martín

Nacido el año 1823 en Burdeos (Francia), fue educado en ambientes militares debido a la profesión de su padre, lo cual le hizo ser un hombre muy disciplinado. Eligió como profesión el no arte de la relojería, y cuando se vio en la necesidad de elegir entre la vocación matrimonial o la religiosa, escogió ésta.

Llegó al monasterio de los cartujos en Suiza y el Prior lo recibió con agrado, pues la mirada de este joven tenía gran pureza y fervor. Pero al comprobar que no sabía latín, lo invitó a volver a su casa y terminar estos estudios. Así lo hizo Luis Martín, pero como no se vio muy animado por el Prior, se dio cuenta de que esa no era su vocación y se fue a París a perfeccionar su profesión. En 1850 instala su taller de relojería en Alencón, en la casa de sus padres, y combina su trabajo con una vida de gran piedad, a la espera de que Dios le hiciera ver la escogida para su matrimonio, aquella persona con la cual poder ser santo.

Meditación

“Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?” (Lc 18, 8). La pregunta, con la que Jesús concluye la parábola sobre la necesidad de orar “siempre sin desanimarse” (Lc 18, 1), sacude nuestra alma. Es una pregunta a la que no sigue una respuesta; en efecto, quiere interpelar a cada persona, a cada comunidad eclesial y a cada generación humana. La respuesta debe darla cada uno de nosotros. Cristo quiere recordarnos que la existencia del hombre está orientada al encuentro con Dios; pero, precisamente desde esta perspectiva, se pregunta si a su vuelta encontrará almas dispuestas a esperarlo, para entrar con él en la casa del Padre. Por eso dice a todos: “Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora” (Mt 25, 13).

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Pidamos la gracia que deseamos obtener por la intercesión de los santos Luis y Zelia y rezamos la oración final.

Oración final

Dios, Padre nuestro, te damos gracias por habernos dado a Luis Martin y a su esposa Zelia. En la unidad y fidelidad del matrimonio nos ofrecieron el testimonio de una vida cristiana ejemplar, cumpliendo las tareas cotidianas según el espíritu del Evangelio. Educando a una familia numerosa, a través de pruebas, muertes y sufrimientos, manifestaron su confianza en Ti y aceptaron generosamente tu Voluntad. Concédenos matrimonios tan santos como ellos para que sean luz en el mundo de hoy. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Oración inicial

Dios de eterno amor, nos has dado en los esposos Luis y Zelia de Martín un hermoso ejemplo de santidad vivida en el matrimonio. Los dos conservaron su fe y su esperanza en medio de los trabajos y dificultades de la vida, y educaron a sus hijos para que llegaran a ser santos. Te pedimos nos concedas vivir la vocación matrimonial como ellos y poder llevar al Cielo a todas nuestras familias. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

DÍA SEGUNDO
La persona de Zelia Guerín

Nacida el año 1831 en Alencon (Francia), fue educada en un ambiente de piedad pero demasiado austera y seca. Zelia dirá después que su infancia fue
triste como un “lienzo mortuorio”. Un ejemplo significativo fue que jamás
en su niñez le compró su mamá una muñeca, a pesar de lo mucho que lo
deseaba. Al terminar la secundaria sintió la vocación religiosa y se dirigió a
las Hermanas de San Vicente de Paúl; pero la superiora la disuadió a causa de
su salud. Es entonces cuando, desilusionada, hizo esta oración: “Dios mío, ya
que no soy digna de ser tu esposa, me casaré para cumplir tu Santa Voluntad.
Entonces, te ruego darme muchos hijos y que todos te sean consagrados”. Y
por inspiración de la Virgen María, se dedicó a la costura y puso su propio
taller en Alencon. No le gustaban las mundanidades y rechazó incluso viajes
a París. Ella sabía que Dios le tenía reservado el escogido para la vida de santidad que deseaba.
Meditación
Santa Teresa del Niño Jesús escribió en la “Historia de un alma”: “Perdóname,
Jesús, si desvarío queriendo decirte mis deseos, mis esperanzas, que tocan el
infinito. Perdóname y sana mi alma dándole lo que espera…” (Ms B 2v). Jesús
realizó siempre los deseos de Teresa. Incluso se mostró generoso ya antes de
su nacimiento, puesto que, como ella misma escribió al abad Bellière —muchos lo saben ya de memoria—, “el buen Dios me dio un padre y una madre
más dignos del cielo que de la tierra” (carta 261).

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Pidamos la gracia que deseamos obtener por la intercesión de los santos Luis y Zelia y rezamos la oración final.

Oración final

Dios, Padre nuestro, te damos gracias por habernos dado a Luis Martin y a su esposa Zelia. En la unidad y fidelidad del matrimonio nos ofrecieron el testimonio de una vida cristiana ejemplar, cumpliendo las tareas cotidianas según el espíritu del Evangelio. Educando a una familia numerosa, a través de pruebas, muertes y sufrimientos, manifestaron su confianza en Ti y aceptaron generosamente tu Voluntad. Concédenos matrimonios tan santos como ellos para que sean luz en el mundo de hoy. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Oración inicial

Dios de eterno amor, nos has dado en los esposos Luis y Zelia de Martín un hermoso ejemplo de santidad vivida en el matrimonio. Los dos conservaron su fe y su esperanza en medio de los trabajos y dificultades de la vida, y educaron a sus hijos para que llegaran a ser santos. Te pedimos nos concedas vivir la vocación matrimonial como ellos y poder llevar al Cielo a todas nuestras familias. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

DÍA TERCERO
Noviazgo y matrimonio
Una de las clientes más asiduas del taller de Zelia era la mamá de Luis Martín;
y esta señora, prendada de las muchas virtudes de la joven, rezaba mucho
para que ambos se pudieran conocer y casar. Un día, Zelia pasaba por el puente de San Leonardo y se cruzó con un hombre joven, lleno de dignidad, y se
impresionó. Una voz interior le susurró que “Este es el hombre que preparé
para ti”. Se trataba de Luis Martín. Entretanto, y por la intervención de la madre de Luis, los dos jóvenes se conocieron y no tardaron en apreciarse y amarse. A los tres meses de conocerse ya eran novios, y se casaron el 13 de Julio de
1858 en una ceremonia de gran sencillez e intimidad. Luis le hizo saber a Zelia
sus deseos de santidad, de ser como San José y la Virgen María, y ella aceptó la
invitación renunciando a su deseo de tener muchos hijos.
Pero después de varios meses de vida casta en común, un sacerdote amigo de
ellos se enteró de esto y les hizo ver que su santidad matrimonial estaba precisamente en lo contrario, y les animó a ser santos en la generosidad. Ambos
lo entendieron y se dedicaron a cumplir la Voluntad de Dios en la procreación
generosa para tener hijos santos y que fueran consagrados a Dios. Nuestro
Señor les bendijo con nueve hijos.
Meditación
El Matrimonio es una de las vocaciones más nobles y más elevadas a las que
los hombres están llamados por la Providencia. Luis y Celia comprendieron
que podían santificarse no a pesar del Matrimonio, sino a través, en y por el
Matrimonio, y que su unión debía ser considerada como el punto de partida de una ascensión de dos personas. Hoy la Iglesia no solamente admira la
santidad de estos hijos de la tierra de Normandía, un don para todos, sino
que se mira en esta pareja de santos que contribuye a hacer más hermoso y
espléndido el vestido de novia de la Iglesia. No sólo admira la santidad de su
vida; reconoce en este matrimonio la santidad eminente de la institución del
amor conyugal, tal como la ha concebido el Creador mismo.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Pidamos la gracia que deseamos obtener por la intercesión de los santos Luis y Zelia y rezamos la oración final.

Oración final

Dios, Padre nuestro, te damos gracias por habernos dado a Luis Martin y a su esposa Zelia. En la unidad y fidelidad del matrimonio nos ofrecieron el testimonio de una vida cristiana ejemplar, cumpliendo las tareas cotidianas según el espíritu del Evangelio. Educando a una familia numerosa, a través de pruebas, muertes y sufrimientos, manifestaron su confianza en Ti y aceptaron generosamente tu Voluntad. Concédenos matrimonios tan santos como ellos para que sean luz en el mundo de hoy. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Oración inicial

Dios de eterno amor, nos has dado en los esposos Luis y Zelia de Martín un hermoso ejemplo de santidad vivida en el matrimonio. Los dos conservaron su fe y su esperanza en medio de los trabajos y dificultades de la vida, y educaron a sus hijos para que llegaran a ser santos. Te pedimos nos concedas vivir la vocación matrimonial como ellos y poder llevar al Cielo a todas nuestras familias. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

DÍA CUARTO
Los hijos

Aceptar una familia numerosa era, en aquellos tiempos como en los actuales,
una vocación al heroísmo; y los esposos Martín no se echaron para atrás frente a esta perspectiva. Tenían profunda fe en que los hijos son un don de Dios
y que El los ayudaría a sacarlos adelante. Los hijos nacían y ellos los acogían
como una bendición del Cielo. Luego, se las arreglaban para alimentarlos,
vestirlos, educarlos y prepararlos para enfrentar la vida, lo cual requería mucho esfuerzo y sacrificio, pero a la vez era la fuente de su alegría. En las cartas
de Zelia se percibe la alegría de ser madre. No tenía miedo de los embarazos. Lo manifiesta claramente cuando al saber que una mujer había tenido
trillizos, dijo: “¡Oh, feliz madre… si yo tuviera aunque fuera mellizos! Pero
no conoceré esa felicidad. Me gustan los niños hasta la locura. Es tan lindo
dedicarse a los niñitos”. Después de cada nacimiento, Zelia hacía la siguiente
oración: “Señor, concédeme la gracia de que este niño te sea consagrado y que
nada venga a empañar la pureza de su alma. Si ha de perderse, prefiero que Tú
te lo lleves enseguida”. También supieron de la cruz y el dolor por los hijos…
sobre todo el más grande: verlos morir. De los nueve hijos se le murieron
cuatro. Nos cuenta Zelia en una carta cómo fue el fallecimiento de su primera
hija, Elena, a los cinco años de edad, por causa de una enfermedad que duró
solo un día: “Yo la miraba tristemente, sus ojos estaban sin vida. Y me largué a
llorar… Entonces ella me rodeó con sus bracitos y me consoló, y todo el día no
dejaba de repetir: ‘mi pobre mamacita, que ha llorado’. A la noche, tras tomar
su medicina, su cabecita cayó sobre mis hombros y sus ojos se cerraron… El
dolor profundo embargó mi corazón. Luego, la ofrecimos al Señor…”
Meditación
El amor conyugal de Luis y Celia es reflejo puro del amor de Cristo a su Iglesia;
también es reflejo puro del amor con el que la Iglesia ama a su Esposo, Cristo.
El Padre “nos eligió en él antes de la creación del mundo, para que fuésemos
santos e inmaculados en su presencia, en el amor” (Ef 1, 4).

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Pidamos la gracia que deseamos obtener por la intercesión de los santos Luis y Zelia y rezamos la oración final.

Oración final

Dios, Padre nuestro, te damos gracias por habernos dado a Luis Martin y a su esposa Zelia. En la unidad y fidelidad del matrimonio nos ofrecieron el testimonio de una vida cristiana ejemplar, cumpliendo las tareas cotidianas según el espíritu del Evangelio. Educando a una familia numerosa, a través de pruebas, muertes y sufrimientos, manifestaron su confianza en Ti y aceptaron generosamente tu Voluntad. Concédenos matrimonios tan santos como ellos para que sean luz en el mundo de hoy. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Oración inicial

Dios de eterno amor, nos has dado en los esposos Luis y Zelia de Martín un hermoso ejemplo de santidad vivida en el matrimonio. Los dos conservaron su fe y su esperanza en medio de los trabajos y dificultades de la vida, y educaron a sus hijos para que llegaran a ser santos. Te pedimos nos concedas vivir la vocación matrimonial como ellos y poder llevar al Cielo a todas nuestras familias. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

DÍA QUINTO
La educación de los hijos

“Nuestra madre -dice Celina- se preocupaba activamente de nuestra educación. Yo recuerdo que nos ayudaba a hacer las oraciones de la mañana y de la
noche. Vigilaba constantemente sobre nosotras, alejando la sombra del mal.
Nos enseñaba a obedecer por amor, para dar gusto a Jesús, haciendo pequeños
sacrificios. Cuidaba nuestra imagen, quería que fuéramos decentes, usando los
vestidos por debajo de las rodillas. Reprimía en nosotras la menor tendencia
defectuosa. Y le gustaba vernos alegres y animosas, e incluso se divertía gustosa
con nosotras, con el riesgo de tener que prolongar su jornada de trabajo hasta
pasada la medianoche”.
Cuando María salió del internado, no quiso buscarle amistades mundanas y se
negó a dejarla participar en pequeñas estas bailables. Y no dejaba de enseñar
a las hijas a practicar la caridad con los desdichados y a respetarlos. Se veían
frecuentemente pobres en su casa, a los cuales ella daba alimentos y vestidos.
El día de la Primera Comunión de Leonia, quiso vestir de blanco a una niña
pobre y hacerle participar de la comida familiar en un lugar de honor.
“Papá no permitía una palabra grosera -nos cuenta Celina-. Era implacablemente prohibida. En la mesa exigía una postura correcta, y no le gustaban las
muecas o tonterías semejantes. En la comida, no nos dejaba ser regodeonas,
y nos decía: “Cuando no se come la sopa, no hay segundo”. Nos enseñaba a
no postergar para mañana lo que se debía hacer hoy y a ser puntuales. No soportaba que nos endeudáramos. Deseaba vernos siempre ocupadas, buscando
desarrollar nuestros talentos. Si no teníamos buenas notas mostraba su descontento y teníamos pena de causarle tristeza”.
Meditación
Luis y Celia testimoniaron el radicalismo del compromiso evangélico de la vocación al matrimonio hasta el heroísmo. No temieron hacerse violencia a sí
mismos para arrebatar el reino de los cielos, y así se convirtieron en luz del
mundo, que hoy la Iglesia pone en el candelero a fin de que brillen para todos
los que están en la casa (la Iglesia). Brillan ante los hombres, para que estos
vean sus buenas obras y glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos. Su
ejemplo de vida cristiana es como una ciudad situada en la cima de un monte,
que no puede ocultarse (cf.Mt 5,13-16).

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Pidamos la gracia que deseamos obtener por la intercesión de los santos Luis y Zelia y rezamos la oración final.

Oración final

Dios, Padre nuestro, te damos gracias por habernos dado a Luis Martin y a su esposa Zelia. En la unidad y fidelidad del matrimonio nos ofrecieron el testimonio de una vida cristiana ejemplar, cumpliendo las tareas cotidianas según el espíritu del Evangelio. Educando a una familia numerosa, a través de pruebas, muertes y sufrimientos, manifestaron su confianza en Ti y aceptaron generosamente tu Voluntad. Concédenos matrimonios tan santos como ellos para que sean luz en el mundo de hoy. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Oración inicial

Dios de eterno amor, nos has dado en los esposos Luis y Zelia de Martín un hermoso ejemplo de santidad vivida en el matrimonio. Los dos conservaron su fe y su esperanza en medio de los trabajos y dificultades de la vida, y educaron a sus hijos para que llegaran a ser santos. Te pedimos nos concedas vivir la vocación matrimonial como ellos y poder llevar al Cielo a todas nuestras familias. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

DÍA SEXTO
La educación de los hijos

“Nuestra madre -dice Celina- se preocupaba activamente de nuestra educación. Yo recuerdo que nos ayudaba a hacer las oraciones de la mañana y de la
noche. Vigilaba constantemente sobre nosotras, alejando la sombra del mal.
Nos enseñaba a obedecer por amor, para dar gusto a Jesús, haciendo pequeños
sacrificios. Cuidaba nuestra imagen, quería que fuéramos decentes, usando los
vestidos por debajo de las rodillas. Reprimía en nosotras la menor tendencia
defectuosa. Y le gustaba vernos alegres y animosas, e incluso se divertía gustosa
con nosotras, con el riesgo de tener que prolongar su jornada de trabajo hasta
pasada la medianoche”.
Cuando María salió del internado, no quiso buscarle amistades mundanas y se
negó a dejarla participar en pequeñas estas bailables. Y no dejaba de enseñar
a las hijas a practicar la caridad con los desdichados y a respetarlos. Se veían
frecuentemente pobres en su casa, a los cuales ella daba alimentos y vestidos.
El día de la Primera Comunión de Leonia, quiso vestir de blanco a una niña
pobre y hacerle participar de la comida familiar en un lugar de honor.
“Papá no permitía una palabra grosera -nos cuenta Celina-. Era implacablemente prohibida. En la mesa exigía una postura correcta, y no le gustaban las
muecas o tonterías semejantes. En la comida, no nos dejaba ser regodeonas,
y nos decía: “Cuando no se come la sopa, no hay segundo”. Nos enseñaba a
no postergar para mañana lo que se debía hacer hoy y a ser puntuales. No soportaba que nos endeudáramos. Deseaba vernos siempre ocupadas, buscando
desarrollar nuestros talentos. Si no teníamos buenas notas mostraba su descontento y teníamos pena de causarle tristeza”.
Meditación
Luis y Celia testimoniaron el radicalismo del compromiso evangélico de la vocación al matrimonio hasta el heroísmo. No temieron hacerse violencia a sí
mismos para arrebatar el reino de los cielos, y así se convirtieron en luz del
mundo, que hoy la Iglesia pone en el candelero a fin de que brillen para todos
los que están en la casa (la Iglesia). Brillan ante los hombres, para que estos
vean sus buenas obras y glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos. Su
ejemplo de vida cristiana es como una ciudad situada en la cima de un monte,
que no puede ocultarse (cf.Mt 5,13-16).

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Pidamos la gracia que deseamos obtener por la intercesión de los santos Luis y Zelia y rezamos la oración final.

Oración final

Dios, Padre nuestro, te damos gracias por habernos dado a Luis Martin y a su esposa Zelia. En la unidad y fidelidad del matrimonio nos ofrecieron el testimonio de una vida cristiana ejemplar, cumpliendo las tareas cotidianas según el espíritu del Evangelio. Educando a una familia numerosa, a través de pruebas, muertes y sufrimientos, manifestaron su confianza en Ti y aceptaron generosamente tu Voluntad. Concédenos matrimonios tan santos como ellos para que sean luz en el mundo de hoy. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Oración inicial

Dios de eterno amor, nos has dado en los esposos Luis y Zelia de Martín un hermoso ejemplo de santidad vivida en el matrimonio. Los dos conservaron su fe y su esperanza en medio de los trabajos y dificultades de la vida, y educaron a sus hijos para que llegaran a ser santos. Te pedimos nos concedas vivir la vocación matrimonial como ellos y poder llevar al Cielo a todas nuestras familias. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

DÍA SÉPTIMO
Vida de fe y piedad

“Mis padres tenían una vida de profunda piedad -comenta una de las hijas-.
Cada mañana se les veía a los dos en la Misa de las 5h30 de la mañana donde
juntos recibían la Santa Comunión; lo mismo el Domingo, donde nos reuníamos para ir a Misa y rezar Vísperas, y no les preocupaba tener que interrumpir
visitas u otras ocupaciones con tal de no faltar y llegar puntuales. Mamá fue a
Misa durante toda su enfermedad, a veces prácticamente arrastrándose, y sólo
dejó de ir cuando ya no podía más”. Seguían al pie de la letra los mandamientos
de la Iglesia, y hasta evitaban comprar en Domingo y hacer viajes. Se preocupaban de aliviar las penas de las almas del Purgatorio haciendo celebrar Misas
para los difuntos. El amor a la Iglesia los llevaba a cooperar con la obra de la
propagación de la fe, por la cual hacían generosas ofrendas. Igualmente se preocupaban de la caridad con los pobres y ayudaban diariamente a los necesitados, tanto en forma económica como espiritual, orientándolos hacia Dios. Para
atraer las almas a Dios,
Zelia contaba primero con la eficacia de la gracia que pedía en la oración. Su
arma personal era la irradiación de su bondad y alegría, que desarmaba a la
gente. Asistían a todas las manifestaciones públicas de la fe católica, y se indignaban cuando veían los esfuerzos de la masonería para desacreditar con falsedades la fe y la actividad de la Iglesia. Su gran deseo era dar un hijo sacerdote al
Señor y que fuera misionero. Dios les cumplió su deseo de una forma singular:
haciendo que su última hija, Teresita, fuese proclamada Patrona de las Misiones. Vivían en el mundo, pero no eran del mundo: nos cuenta su hija María
que la mamá siempre decía: “La verdadera felicidad no es de este mundo: uno
pierde su vida buscándola aquí. Jamás el corazón que busca algo fuera de Dios
queda satisfecho”. Decepcionada de los bienes de la tierra, se compadecía de
los que se aferran a las cosas del mundo. Ella contaba que una señora a la cual
quería mucho, después de haberse casado con hombre de buena posición, ya
no la miró más; y decía: “Esto me desprende cada vez más del mundo, tan falso,
y no quiero apegarme a nadie más que a Dios y a mi familia” . El alma ardiente
de Zelia exclamaba con frecuencia: “¡Dios mío, qué triste una casa sin religión!”.
Meditación
Queridos esposos, como todo camino de santificación, también el vuestro es
difícil. Cada día afrontáis dificultades y pruebas para ser fieles a vuestra vocación, para cultivar la armonía conyugal y familiar, para cumplir vuestra misión de padres y para participar en la vida social. Buscad en la palabra de Dios
la respuesta a los numerosos interrogantes que la vida diaria os plantea. San
Pablo, en la segunda lectura, nos ha recordado que “toda Escritura inspirada
por Dios es también útil para enseñar, para reprender, para corregir y para
educar en la virtud” (2 Tm 3, 16). Sostenidos por la fuerza de estas palabras,
juntos podréis insistir con vuestros hijos “a tiempo y a destiempo”, reprendiéndolos y exhortándolos “con toda comprensión y pedagogía” (2 Tm 4, 2).

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Pidamos la gracia que deseamos obtener por la intercesión de los santos Luis y Zelia y rezamos la oración final.

Oración final

Dios, Padre nuestro, te damos gracias por habernos dado a Luis Martin y a su esposa Zelia. En la unidad y fidelidad del matrimonio nos ofrecieron el testimonio de una vida cristiana ejemplar, cumpliendo las tareas cotidianas según el espíritu del Evangelio. Educando a una familia numerosa, a través de pruebas, muertes y sufrimientos, manifestaron su confianza en Ti y aceptaron generosamente tu Voluntad. Concédenos matrimonios tan santos como ellos para que sean luz en el mundo de hoy. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Oración inicial

Dios de eterno amor, nos has dado en los esposos Luis y Zelia de Martín un hermoso ejemplo de santidad vivida en el matrimonio. Los dos conservaron su fe y su esperanza en medio de los trabajos y dificultades de la vida, y educaron a sus hijos para que llegaran a ser santos. Te pedimos nos concedas vivir la vocación matrimonial como ellos y poder llevar al Cielo a todas nuestras familias. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

DÍA OCTAVO
El trabajo

Los dos trabajaban duro tanto en el taller de relojería como en el de los encajes. Los clientes amaban a los dos cónyuges ya que siempre eran atendidos con amabilidad y honestidad y eran cumplidores estrictos de la Ley. Pese a que el día domingo era el mejor para los negocios, no abrían al público para dar ese día a Dios y a la familia. Ambos se ayudaban en la contabilidad, en las compras de material, en las entregas a los clientes… Todo se hacía en total colaboración, con orden, honradez y conciencia profesional. Además, la asistencia a Misa cada mañana les enseñaba a centrar en Dios todo su deber de estado y a transformarlo en auténtica oración. Esta honradez, esta conciencia profesional dio sus frutos de prosperidad y aportó lo necesario para el hogar.

La felicidad de esta familia no dependía de los bienes materiales; estos eran un medio para asegurar a sus hijos una buena educación. Pero sabían que la mejor educación es la que se da en la casa, y eso no se consigue con dinero, sino con fe y amor. Y eso les sobraba. Además, en el presupuesto estaba contemplada la parte de los pobres y también otras obras de misericordia.

Por otro lado, si bien el derroche le repugnaba, no restringía gastos cuando estaba por medio el bien espiritual de las hijas. Decía: “El dinero no es nada cuando se trata de la santificación y la perfección de un alma”. Y no dudaba en
mandar a sus hijas a retiros o charlas espirituales que tanto bien les hacían. Zelia era muy activa, y podía llevar a la vez su negocio, los trabajos hogareños, la atención al marido, el cuidado de las hijas, la contabilidad, etc. Ponía su confianza en Dios, y así podía con todo.

Meditación
La vida matrimonial y familiar puede atravesar también momentos de desconcierto. Sabemos cuántas familias sienten en estos casos la tentación del desaliento. Pienso, en particular, en los que viven el drama de la separación; pienso en los que deben afrontar la enfermedad y en los que sufren la muerte prematura del cónyuge o de un hijo. También en estas situaciones se puede dar un gran testimonio de fidelidad en el amor, que llega a ser más significativo aún gracias a la purificación en el crisol del dolor.

Encomiendo a todas las familias probadas a la providente mano de Dios y a la protección amorosa de María, modelo sublime de esposa y madre, que conoció bien el sufrimiento y la dificultad de seguir a Cristo hasta el pie de la cruz. Amadísimos esposos, que jamás os venza el desaliento: la gracia del sacramento os sostiene y ayuda a elevar continuamente los brazos al cielo, como Moisés, de quien ha hablado la primera lectura (cf. Ex 17, 11-12). La Iglesia os acompaña y ayuda con su oración, sobre todo en los momentos de dificultad.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Pidamos la gracia que deseamos obtener por la intercesión de los santos Luis y Zelia y rezamos la oración final.

Oración final

Dios, Padre nuestro, te damos gracias por habernos dado a Luis Martin y a su esposa Zelia. En la unidad y fidelidad del matrimonio nos ofrecieron el testimonio de una vida cristiana ejemplar, cumpliendo las tareas cotidianas según el espíritu del Evangelio. Educando a una familia numerosa, a través de pruebas, muertes y sufrimientos, manifestaron su confianza en Ti y aceptaron generosamente tu Voluntad. Concédenos matrimonios tan santos como ellos para que sean luz en el mundo de hoy. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Oración inicial

Dios de eterno amor, nos has dado en los esposos Luis y Zelia de Martín un hermoso ejemplo de santidad vivida en el matrimonio. Los dos conservaron su fe y su esperanza en medio de los trabajos y dificultades de la vida, y educaron a sus hijos para que llegaran a ser santos. Te pedimos nos concedas vivir la vocación matrimonial como ellos y poder llevar al Cielo a todas nuestras familias. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

DÍA NOVENO
La Virgen María

La familia Martín tenía una gran devoción a la Santísima Virgen, en especial a una imagen que Luis había recibido como regalo cuando aún estaba soltero. Zelia le contaba a su hermano que “tengo motivos para tener confianza en la Santísima Virgen, pues he recibido de Ella favores que solamente yo conozco”.

Por eso, la estatua de la Inmaculada -aquella que iba a sonreír a Teresita y lograr el milagro de su curación-, estaba rodeada de honor. A los pies de esta Virgen la Sra. Martín hacía rezar a sus hijas. Toda la familia asistía al mes de María en la Iglesia, y Zelia lo hacía igualmente en la casa. El día 8 de Diciembre era la primera en levantarse y acudir a la Iglesia, prendía una vela a los pies de la Virgen y le contaba todos sus deseos.

La hija Celina nos cuenta una situación especial: “Después de la muerte de nuestra hermanita Elena, de cinco años, mi madre se reprochaba amargamente no haberla llevado a confesar una falta leve que había cometido, temiendo que la expíe en el Purgatorio. Sucedió que, cuando estaba en oración delante de la Virgen confiándole esta angustia, una voz celestial le susurró con dulzura infinita: ‘Está aquí, cerca de mí’. Con esta respuesta de la divina Madre, una alegría inexpresable eliminó su angustia”. Era devotísima del rezo diario del Santo Rosario -todavía se conserva el rosario con el que ella rezaba-, y supo inculcar en sus hijas este amor tierno a la Madre del Cielo.

Meditación
Queridos hermanos, la Iglesia confía en vosotros para afrontar los desafíos que se le plantean en este nuevo milenio. Entre los caminos de su misión, “la familia es el primero y el más importante” (Carta a las familias, 2); la Iglesia cuenta con ella, llamándola a ser “un verdadero sujeto de evangelización y de apostolado” (ib., 16). Estoy seguro de que estaréis a la altura de la tarea que os aguarda, en todo lugar y en toda circunstancia. Queridos esposos, os animo a desempeñar plenamente vuestro papel y vuestras responsabilidades. Renovad en vosotros mismos el impulso misionero, haciendo de vuestros hogares lugares privilegiados para el anuncio y la acogida del Evangelio, en un clima de oración y en la práctica concreta de la solidaridad cristiana.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Pidamos la gracia que deseamos obtener por la intercesión de los santos Luis y Zelia y rezamos la oración final.

Oración final

Dios, Padre nuestro, te damos gracias por habernos dado a Luis Martin y a su esposa Zelia. En la unidad y fidelidad del matrimonio nos ofrecieron el testimonio de una vida cristiana ejemplar, cumpliendo las tareas cotidianas según el espíritu del Evangelio. Educando a una familia numerosa, a través de pruebas, muertes y sufrimientos, manifestaron su confianza en Ti y aceptaron generosamente tu Voluntad. Concédenos matrimonios tan santos como ellos para que sean luz en el mundo de hoy. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Santos Luis y Celia Martin,
Después de tener el deseo de la vida religiosa,
Ustedes han escuchado la llamada del Señor
a la vocación matrimonial.

Ustedes que son los “padres sin igual”
de los que habla su hija Santa Teresa del niño ]esús,
Felices padres de Leonia,
la sierva de Dios hermana Francisca-Teresa,
De María, Paulina y Celina,
trasplantadas en la montaña del Carmelo,
y de cuatro otros niños arrebatados
a su afecto en su tierna edad:
Helena, José, Juan Bautista y Melanie-Teresa.

Ustedes han dado toda gloria a Dios
por su trabajo humilde y paciente,
su compromiso cerca con los más desprotegidos,
su vida de familia donde reinaba la alegría de amar
y de saberse amado.

Ustedes han vivido concretamente su vida cotidiana
a través de las alegrías y las penas de su existencia.

Ustedes nos aman como sus propios hijos,
con su corazón de Padre y su corazón de Madre
porque ustedes son los amigos de Dios.

Escuchen nuestra oración y nuestra petición
(nombrar la petición)
e intercedan en nuestro favor cerca de Dios Padre,
por Jesucristo Nuestro Señor, en la gracia del Espíritu Santo.
Amén